Bueno, ya hemos comido. Me lanzo al sofá, hoy hay gente por casa y es importante sentarse en "el sitio”, que diría Don Juan, brujo
Yaki, protagonista en las historias de Carlos
Castaneda.
Aprovecho el momento para
beberme una copa de “
Garnatcha” que mi
hermanita me trajo ayer y ojear un par de libros que también me regalaron, cumpleaños feliz.
El amigo
Bo, conocedor de mis pasiones con Miles
Davis, me ha conseguido “La biografía definitiva” del
trompetista único, escrita por
Ian Carr y definida por el
New York Times como la mejor de un músico de
jazz moderno. Es un taco considerable y espero buenos momentos en su compañía.
Siempre le doy el “
coñazo” con mi músico. De
jovencito le apasionaba el
Hard Rock, en especial “
Kiss”, y ahora es feliz cuando sus pequeños reconocen a los protagonistas con esas cantidades industriales de maquillaje al más puro estilo de
cómic terrorífico.
El otro libro…, lleno de nuevo la copa.
Curiosamente,
Bo y mi mujer, sabedores del “
feeling”que proceso por
Albert Boadella, han comprado por separado su última obra, "
Adiós Cataluña”, las tengo aquí, frente a mi.
Albert, el bufón, me mira a los ojos, sonríe el muy bribón, ¿Qué estará tramando?. Abro, ojeo, paso unas páginas y rápido percibo su primera mofa. Publica en el prólogo, una serie de hilarantes comentarios demasiado pobres para ofender, escritos por esos
personajillos excluyentes que no cesan de mirarse al ombligo, que la historia del mundo demuestra que son
peligrosísimos y que atan aún más fuerte los lazos que me unen al escritor.
Amor, guerra,
pubilla,
Gurruchaga, cardiólogo, La torna, alcalde, tribu…, palabras pilladas al vuelo de “un espécimen que exhibe públicamente la insolencia de pasárselo en grande aún siendo acusado de alta traición a la tribu”, términos que rezan en la contraportada.
Tengo la sensación de que lo voy a pasar pipa.