THE BIRDS
Unos centímetros más cerca y aquel inmenso alivio compuesto por amoníaco, ácido úrico, fosfórico, oxálico, ácidos carbónicos, sales e impurezas habrían acabado conmigo, igual que le ocurrió hace un par de años a aquel visitante de Comarruga, bajito y con barba.
Cientos de gaviotas comparten la Vall d’Aro, su nuevo territorio, con nosotros. Tienen cerca un tres estrellas Michelín, "Solius", fuente inagotable de comida que acerca patiamarillas de nuestra costa y hasta de otros países.
Las “joías” (Larus michahellis), son valientes, defienden su territorio, sus crías, ¡lamarequelasvaparir!, hay que verlo para creerlo. Se han adaptado rápidamente al valle y gracias a que son inmunes a un sinfín de afecciones, además de no tener depredadores, generan superpoblación.
¡Mecachis!..., ¿entonces?...que hem de fer?
Pueeeees tendríamos que controlarlas, son peligrosas, atacan incluso a ballenas, y se multiplican sin descanso. No se si la idea de esperar a que jubilen "Solius" es la adecuada para perderlas de vista. Cuanto antes podamos darles el finiquito…, mejor.
Leo que sus cacas, además de asesinas, son corrosivas, afectan a las infraestructuras (no digamos a nuestros coches) y repito, son portadoras de enfermedades. Por ejemplo, transportan salmonela con gran facilidad porque se les impregna en las plumas. Escarban entre la basura y se lo comen todo, no sólo carne, sino todo lo que pillan. Después, vuelan hasta posarse en torres, nuestros tejados o conductos de aire acondicionado y allí regurgitan todo lo que han ingerido para seleccionar la comida. Esto provoca suciedad y puede transmitir enfermedades porque las gaviotas son portadoras de un montón de parásitos. Además, aunque son aves marinas, muchos baños los hacen en agua dulce y sus plumas tienen prácticamente todo lo malo, que se transmite al agua. Habrán adulterado ya el Parc dels Estanys, nueva joya "movilizacomisionistas" (10 millones de euros) o La bassa del Dofí, antiguo vertedero gestionado con ilusión y poco dinero por Natura Sterna.
Me comenta mi buen amigo Cristóbal, tremendo aficionado a los pajarracos, como nuestro colega Jaume, que en muchos pueblos, ciudades, aeropuertos y vertederos; Sabadell, Manresa, Garraf, Llobregat, Barcelona, etc., se usa la cetrería como el método de control más efectivo e inocuo. La suelta de rapaces crea un temor con el cual hacemos que la incidencia de las gaviotas sea inferior. Huyen al saber de la presencia de halcones y, por lo tanto, no pueden sobrealimentarse. Además, con este sistema las gaviotas que mueren son las que no saben valerse por sí mismas, las que no pueden pescar ni alimentarse en la naturaleza, con lo que se da un proceso de selección natural de la especie. No es un sistema drástico, pero evita la colonización masiva en zonas concretas, me dice.
Los halcones las ahuyentan de nuestros tejados y basura y, aunque es cierto que algunas de ellas se siguen acercando al entorno, no se atreven a bajar a comer porque les temen. Si no hay comida, no hay gaviotas.
Ayora, amigo de Cristóbal, tiene en St. Climent Sescebes, Girona; La Escola de Falconeria de Catalunya, una empresa de estudio y gestión ambiental que da información gratuita de sus métodos y éxitos a aquellos "entes" privados o públicos que pudiera interesar regular, a nivel local, sus pajaritos cagones.
Unos peregrinos en nuestros campanarios – y lo digo en plural, porque Montse tiene razón…, Castell d’Aro también existe -, nos distraerían la vista y en gran parte, nos solucionarían el problema.
Ahí queda eso, por si interesa.