AVENTURAS DE MOTOMAN: NUEVA PERSONALIDAD
CAPÍTULO V - (La nueva personalidad)
Todo el personal que había tenido que ver con el accidente se hallaba reunido en el despacho del inspector-jefe que en ese momento marcaba el número de su superior jerárquico para traspasarle el marrón.
Galécrates, a pesar de los apretones de estómago que padecía y del lío que se había montado con el ingreso de un código azul (*), que tenía que ser dado de alta ya que su estado era inmejorable tan solo tres minutos después del ingreso. Se dedicaba a dejar volar su imaginación pensando que a pesar de todo no estaba mal, era el éxito profesional más grande de su carrera, un caso como aquel; politraumatismos múltiples con parada cardiaca, pérdida de masa encefálica y coma presuntamente irreversible, que además estaba certificado por el informe de pre-ingreso facilitado por los sanitarios de la ambulancia, nunca nadie lo había resuelto en tan solo tres minutos. Mira por donde aún podía hacerse famoso, y quién sabe; optar al Nóbel.
En cualquier caso el hambre lo torturaba, la reunión tenía pinta de no tener fin, y su Bentley Mark IV, marcaba ya las cinco y cinco.
Una hora y media antes, cansado ya de esperar sentado en la mesa de operaciones del quirófano de urgencias, Jacin tomó una decisión, y vestido de verde con un fonendoscopio colgado al cuello salió tan tranquilo por la puerta principal.
Quería llegar cuanto antes y quería caminar rápido, pero se veía obligado a contenerse, no acertaba a comprender del todo que estaba pasando. Cada vez que intentaba acelerar el paso recorría treinta o cuarenta metros sin esfuerzo, aún no se hacía con sus nuevos poderes.
Súbitamente sus oídos percibieron el primer siseo que producen unas Galfer cuando se están acercando al disco, impulsadas por la presión descontrolada que se ejerce en la maneta del freno cuando por causa del pánico esta es accionada.
Doce milésimas de segundo más tarde había acomodado a la viejecita, aún temblorosa, en una silla de la terraza de la cafetería “El Canari Lila” y se despedía con un apretón de manos del chaval que conducía la Derbi GPR 125 trucada, en medio de un círculo de transeúntes que aplaudían a rabiar.
No estaba mal para ser su primer trabajo, pero debía buscarse una ropa más apropiada, no le gustó nada que la viejecita le dijera; -Gracias doctor-, mientras la depositaba, descendiendo desde arriba, en la silla.
Así que tomó la segunda decisión consciente desde su transformación, y en el tiempo de llenarse los pulmones de aire, paseaba entre multitud de telas y tejidos.
Estaba en la tercera planta del Corte Inglés.
(*)En los hospitales, interruptor que emite una señal electrónica a los integrantes del Equipo de Código Azul, útil para casos de extrema gravedad.
2 comentarios:
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