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JRMora humor gráfico diario

1/1/09

LAS AVENTURAS DE MOTOMÁN: LUCERO

CAPÍTULO I (Un superhéroe en estado embrionario, y el nacimiento de la primera mascota).

Jacinto Están Camino, Jacin para los íntimos (dos, su perro Lucero y el amo del bar Malos Tragos), tenía tan sólo diez minutos para poder realizar la entrega a tiempo y optar a la propina, los señores de Quijano solo se la daban si llegaba en el tiempo previsto. De modo que salió de la ciudad por el arcén de la A-7 a todo gas, a todo el que su trotinado Scarabeo del 90 daba, para hacer luego un giro poco ortodoxo, y poder llegar a tiempo.
Mientras pensaba en como ingeniárselas para cambiar la moto por algo que no amenazara ruina, su fiel amigo Lucero, instalado en la cesta que él mismo había pegado con cinta americana en la parte trasera del baúl de las pizzas, se refrescaba del agobiante calor de aquel día de agosto, mordiendo y deglutiendo el aire. Ninguno de los dos podía imaginarse que aquel día iba a ser el primero de sus nuevas vidas. La moto apenas alcanzaba los 40 kilómetros por hora a pesar del ruido del escape, del cante del pistón y del constante tintineo a que las vibraciones sometían a las piezas desencajadas de chasis y carrocería –que eran todas-.
Jacin vio como lentamente –la velocidad no daba para más- una lata de refresco, seguramente arrojada por algún “pelao” a bordo de un coche tuneado, se acercaba a la rueda delantera de su Scarabeo.
Como tenia tiempo, evaluó sin prisas si la esquivaría por la derecha, o si lo haría por la izquierda. Por la derecha parecía que no tendría suficiente espacio, y si pisaba la lata, con la llanta en forma de símbolo de infinito que llevaba, igual se iba a tomar por culo, por la izquierda tenía más margen. De modo que tomada la decisión y a solo tres o cuatro metros de la lata, dejó de pensar, y sin mirar el retrovisor, que por cierto hacía más de un año se había dejado colgado de un Aston Martin en un semáforo de la Diagonal, tiró del manillar e hizo desplazarse a la moto hacia la izquierda. El conductor del trailer de "Transcontinental Transports", que en ese momento se estaba sonando unos mocos que se resistían a ser evacuados por la fuerza de su lugar de nacimiento, ni siquiera se enteró, y tres días después, ajeno a todo, estaba descargando tapones de corcho para botellas de vodka barata, en Tirana.
La Scarabeo perdió con el impacto una de sus tres dimensiones y quedó estirada sobre uno de sus, ahora, dos lados, adornada con champiñones, motzarela, salami, bacón y alcaparras –jamás había lucido tan bonita-, Jacin, desapareció de la escena y en un primer momento ni siquiera Lucero, que estaba confundido, pero íntegro, lo pudo localizar, ya que en sus retinas, que en el momento del impacto miraban la caja blanca que a unos veinte metros estaba situada al otro lado del contenerutas, aún persistía el fogonazo del flash.
Motocán se empezaba a forjar, y Lucero aún no lo sabía.

1 comentario:

Fini Calviño dijo...

Pasaba por aquí para desearte un feliz año 2009. Saludos