EL SACAMANTECAS
Fuimos con la merienda, a Santa Marina, una tarde de verano, Constan, Luis, Julián, yo y pienso que alguno más.
Al bajar del monte, deprisa antes que anochezca, oímos detrás nuestro, lejano, el galope de un caballo y por otro lado un chirrido que nos intrigó. Alguien dijo que a lo mejor era el Sacamantecas. Empezamos a correr y al poco nos rebasó un jinete a caballo. "Un señorito de Bilbao", dijo alguien. Más abajo vimos a un aldeano que afilaba con la piedra la guadaña de segar. Vimos cerca nuestra casa, anocheciendo, y respiramos al fin.
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