TRIGONOMETRÍA MOTERA. Parte II
Estoy cansado y aburrido, aquí solo hay obscuridad. Y lo peor, lo peor es que no existen las intersecciones. No hay ángulos, no hay esferas; de hecho no hay nada, ni siquiera consigo palparme a mí mismo. De modo que hasta dudo de mi propio ser.
Quiero volver, ahora se que nunca debí buscar la salida y perder aquellos siete años. Pero sé también que hubiese llegado aquí de todos modos, y que si no hubiese perdido aquellos años, ahora no sabría como regresar.
Estoy absolutamente seguro de que puedo encontrar la manera, debo esforzarme en utilizar mis conocimientos sobre ángulos y esferas para no volver a perder el tiempo.
Pero, ya lo dije antes, aquí no hay ni ángulos ni esferas, de todos modos creo que no me servirían, como no me sirvieron para llegar aquí, solo la casualidad me trajo. Así que creo conocer, ahora sí, el secreto, la clave. Debo conjurar la casualidad de forma que se vuelvan a dar las condiciones precisas para poder volver a pasar.
Pienso en un calcetín, cuando los usaba la casualidad y mi natural despistado hacía que un día las costuras quedaran en el interior y otro en el exterior. Debe ser eso, la casualidad es como un calcetín, tiene dos caras, pero vemos siempre la una o la otra, nunca las dos a la vez.
Aquí el tiempo está vacío, no existe y eso me permite pensar, solo pensar.
Si cojo un perro y metiéndole la mano por la boca llego a cogerle el rabo, puedo tirar de el y darle la vuelta., como con el calcetín, será un perro, el mismo perro, pero veremos su “otra cara”, la cara oculta, la otra parte.
Ese es el lugar donde yo estoy, “la otra parte”, si consigo darle la vuelta podré regresar.
Me siento en condiciones de afirmar que se “qué hacer”, pero aún no se “como hacerlo”, de modo que creo haber resuelto la mitad de mi problema.
Sigo dándole vueltas y me asaltan algunas dudas; ¿Y si el calcetín y el perro no fueran buenos modelos? Quizás la idea de una cinta a la que hayamos unido sus extremos girando previamente uno de ellos, sea una idea más apropiada. Podemos desplazarnos por la cinta de modo que recorremos ambos lados alternativamente con total solución de continuidad. Estamos dentro o fuera sin brusquedades, sin “darnos cuenta”. Voy a seguir pensando más en ello.
Me asaltan más ideas. El espejo, el espejo también me habla de dos lados. Si normalmente vemos reflejada en su superficie la realidad que nos rodea, es posible que traspasándolo veamos “otra” realidad, al fin y al cabo los espejos no hacen más que producir espejismos, y bien podría ser que la “realidad” que vemos en el espejo no sea más que un espejismo de la realidad que su otra cara oculta.
Allí, cuando buscaba la puerta de salida disponía de objetos, de lugares, de situaciones, en definitiva disponía de “herramientas” para poder trabajar con ellas, aquí solo me tengo yo y ni de eso estoy del todo seguro, de manera que soy consciente de que tengo un problema. Por mucho que piense, y aún por mucho que acierte en lo que pienso, ¿Cómo puedo “materializarlo”?, ¿Qué debo crear? Y sobre todo ¿Con qué lo creo?
También es cierto que todo lo que hice para conseguir pasar no sirvió de hecho para nada, solo la casualidad me hizo pasar. Me convenzo de que la fórmula no esta en crear nada material, solo mi pensamiento, solo mi habilidad para conjugar pensamientos en la forma precisa, en el tiempo exacto y en el modo correcto, harán…, desharán el camino, me retornarán.
Continuará...
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