CÓMEME EL COCO, NEGRO.
Viendo en la caja tonta unos divertidos “sketch” del grupo teatral “La Cubana” y oyendo que reponían el show “Cómeme el coco, negro” en el Coliseum de Barcelona, decidimos en un flish-flash que no nos lo podíamos perder. Movilizamos en minutos a MªAngeles y su “trouppe”, que compraron rápidamente las entradas para el pasado viernes.
Aún tengo la boca abierta, el espectáculo lleno de alegría, locura, picardía y buen humor, me dejó pasmado.
La hora del comienzo eran las diez, pero llegamos a las nueve y cuarto aconsejados por crónicas leídas por la red. Aún y así, en la entrada, un señor antiguo con pelo y traje rancio, me abroncó escandalosamente por llegar tarde y por ceder al impulso consumista de mi mujer, que llevaba varias bolsas que delataban unas compras que habíamos echo. Entré entusiasmado haber que pasaba, el teatro estaba ya medio lleno…
La mayoría del público llega a las diez, pero a raíz de una equivocación con el horario, como manda el guión, el espectáculo está a punto de finalizar y la compañía tiene que guardar los enseres rápidamente, porque al día siguiente tienen que actuar en Santiago de Compostela. Los cómicos, sin pensárselo demasiado, se disponen a desmontar, y mientras desmontan absolutamente el teatro, explican sus intimidades, sus secretos y sus miserias yendo y viniendo sin parar. Se hacen amigos del público y éste les ayuda a doblar cortinas, a aguantar el perro de la vedette, a recoger cacharros, a trajinar los baúles, incluso fuimos invitados a ponernos las plumas y a compartir un bocadillo de mortadela. Al final, y una vez está todo recogido, barren el escenario y se van, dejándonos a todos sentados en las butacas.
Casi tres horas de locura y humor descarriado que tardaré en olvidar.
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