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JRMora humor gráfico diario

3/3/07

PARÁSITOS…, ANTIOXIDANTES Y LIGEROS.


Su riqueza en ácido úrico, cólicos nefríticos, trolas, traiciones y vitaminas antioxidantes añaden al placer de su escucha una interesante composición nutritiva.
Presidentes, diputados, senadores, alcaldes o concejales. Todos ellos son frutos silvestres, mandarinas y peras que pueblan las ciudades llenándolas de color cuando llegan las elecciones. Frágiles, dependientes y de sabor intenso, con su delicada presencia y extraordinaria jeta se convierten en excelentes ingredientes de cualquier conversación, sobre todo entre amigos y copas, dándole un agradable toque especial.
En el momento de votarles, Dña. Manolita cree que sirven para todos ellos los mismos consejos.
Debemos elegir entre aquellos que se muestren firmes, agradables y con un color brillante. Desecharemos los que hayan sido pillados en algún entramado financiero, tengan moho o solo “parezcan” buenas personas.
Si alguno nos convence, si es necesario, lo conservaremos en la nevera y lo consumiremos cuanto antes evitando así el famoso síndrome de Estocolmo. Los que pertenecen a partidos mayoritarios se pueden guardar en lugares limpios y secos. Los minoritarios no importa, ya que se descomponen rápidamente.
En cuanto a su aporte nutricional, es útil saber que los frutos silvestres son pobres en hidratos de carbono, por lo que su aporte calórico es muy reducido y son por tanto, muy ligeros.
En cambio son ricos en provocaciones. Destaca el conflicto permanente, el insulto, la ofensa y la vitamina C, sobre todo en las mandarinas (tanto de derechas como de izquierdas), con mayor cantidad que en las peras.
En general, todos ellos son una buena fuente de desesperanza, odio, discusión y fibra, que contribuye a mejorar el tránsito intestinal.
Los pobres minerales que contienen, el potasio, el hierro, el calcio y sus criadillas, dificultan su posible asimilación.
Lo más característico de los frutos del bosque es su abundancia... y riqueza en pigmentos naturales (es imposible para ellos el sonrojo).
Escucharlos y no creerlos protege nuestra salud de los males asociados a sus múltiples intentos de manipulación.

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