ANTONIO
En el caserío, vivía un chico, Antonio, que pasaba vestido con traje y corbata, y decían que trabajaba en un banco de Bilbao, comentaban que era un adoptado y que había salido su padre (un millonario de Bilbao) reclamando su tutela y él no quiso ir, se quedo en el caserío.
Txomin, amigo nuestro, un día nos enseñó subiendo arroyo arriba, pasando bajo un túnel de zarzas y maleza, una balsa que no conocía nadie, sólo el y luego nosotros, y allí nos bañábamos.
Había otro hermano, Agustín, que siempre iba con sus hermanas a lavar la ropa al arroyo, y lo hacía muy formalito y serio, siempre estaba muy triste.
El caserío tenía una empalizada de cañas, a mi me gustaba mucho por el olor a humo, cuadra, tenían vacas, cerdos y un perro de lanas muy grande que me conocía.
Todo esto dejó de ser tal como era, cuando empezaron a construir la carretera nueva de Bolueta a Galdácano. Cuando estuvo echa, había un túnel para que pasara el arroyo y una acera a su vera. Allí cuando la guerra, estábamos los niños en la calle y cuando bombardeaban, servía de refugio.
Nosotros, los amigos, íbamos al campo y nos tumbábamos en los surcos de la cuneta boca arriba ,viendo pasar los aviones de guerra que venían a bombardear. Vimos algún combate aéreo cuando salían los cazas nuestros.
Una vez, un trimotor se incendió y con mucho ruido se elevó mucho y cayó envuelto en humo, y vimos dos paracaidistas que bajaban.
Luego supimos que en un monte cercano los habían linchado. Los bajaron en una escalera a modo de camilla a Bilbao. Luego vimos en las fotos del periódico que eran unos chicos alemanes muy jóvenes.