MINUTOS ILUSORIOS CON MI ALCALDESA

La Dña: Alcaldesa, gracias por recibirme.

ALCALDESA: Siempre es satisfactorio responder a las preguntas de una inquieta blogera fanalenca.

L.D.: Dígame, alcaldesa, ¿cómo ve el actual escenario casi dramático de Platja d’Aro?

A: ¿A qué se refiere?

L.D.: A lo triste que resulta pasear por Platja d’Aro, ¿quizás por la crisis?

A: ¡Ah, eso, sí, claro! Bueno, no es una situación fácil, eso en evidente. En el ayuntamiento hemos tenido que apretarnos el cinturón. La semana pasada hablamos de despedir a alguien que sobra, pero no le diré quién.

L.D.: Entiendo, ¿Sabe que en la temporada invernal hay más del 80% de los negocios de nuestro municipio cerrados?

A: Sí, eso se comenta. Cuando el negocio no funciona lo mejor es cerrar y dejarse de puñetes; ni promociones ni hostias. La crisis de los autónomos y de los asalariados es una cosa terrible. Mire yo, que tengo que trabajar aquí y allá.

L.D.: Que me dice de la nueva polémica que acaba de destapar la oposición, repitiendo una y otra vez que el nuevo equipo de gobierno impulsa la ampliación del port d’aro y la construcción de segundas residencias en Puig Pinell.

A: Yo estoy a favor de la libertad de expresión. Cuando mi trabajo consistía en repartir correo, era completamente libre de decir lo que me apetecía. Por cierto, estoy segura que a alguno no le sentó nada bien. Pero hay que diferenciar entre el ejercicio de la libertad de expresión y la ofensa. Por ejemplo, si usted dice que se me esta engordando el culo últimamente y esos kilos de más me favorecen, está usted ejerciendo su derecho constitucional a la libre opinión. Pero si dice usted que me estoy poniendo como una ceporra porque me gusta mucho el jamón, eso ya es ofensivo.

L.D.: Entiendo, pero yo le preguntaba sobre la polémica, la campaña que parece exclusivamente orquestada en su contra.

A: Se refiere a la oposición, obviamente. Lo que pasa es que los de CIU, Esquerra y el Pistolas van a estar contra mí haga lo que haga. Ellos serían felices si yo fuera coja, tartamuda y tuerta, pero entenderá que mis socios de gobierno no me habrían puesto aquí si se hubiese dado el caso.

L.D.: Alcaldesa, hay quien dice que, como ya le pasara a otros alcaldes, se está volviendo usted un poquitín prepotente.

A: Los que dicen eso están equivocados y juro por Dios que no pararé hasta multarlos si los pillo. Pero asumo la crítica, ¿eh? Y no le voy a engañar, sí es cierto que a veces me despierto y pienso: “Tengo más poder que nadie del valle”, o pienso “Madre mía, Platja d’Aro es un árbol caído que ya no hay cristo que lo levante”, pero luego me tomo un cafelito y ya adquiero consciencia de mi lugar en el municipio. No creo que sea nada extraño ni preocupante, lo tengo bajo control.

L.D.: Una última cosa, alcaldesa. ¿Por qué impidió con una buena ristra de policías que la colla els collonuts subiera al palco y liara una buena gresca como todos los años?

A: Porque es mi palco, mi policía, mi pueblo, tengo el poder, y hago con él lo que me sale del moño.

L.D.: Eso pensaba. Alcaldesa, le deseo toda la suerte que merece en las próximas elecciones.

A: Gracias, Doña. La tendré.